Visita Gijón
La progresiva modernización de Gijón y las excelentes condiciones naturales de la misma han hecho de Gijón una ciudad que, con un potente sector servicios y una buena oferta cultural y deportiva, atrae un creciente número de visitantes. Gijón se esfuerza en estos comienzos de siglo en conservar su remoto pasado histórico y mostrarlo como ejemplo de su excelencia turística.
El casco urbano de Gijón, que se extiende al sur del primitivo emplazamiento romano en la península de Cimadevilla, ocupa una superficie aproximada de 13,9 km2 y concentra a un 90% de la población total del municipio, el 10 % de la población restante se distribuye por las 25 parroquias del Concejo. Gijón limita al este con Cantabria, al oeste con Galicia y al norte con el mar Cantabrico
Las parroquias rurales gijonesas nos ofrecen diferentes paisajes físicos y humanos en función de las actividades económicas que en ellas se realizan. Así encontramos las grandes instalaciones industriales situadas en las parroquias de la zona Oeste, como Fresno, Granda, Jove/Xove, Puao, Porceyo, Roces, San Andrés de los Tacones, Tremañes, Vega, Veriña.
Otras como Castiello Bernueces, Cabueñes, Deva, Santurio o Somió limítrofes con la zona urbana y situadas en la zona más oriental, proveen espacios residenciales, naturales y de ocio.
Las parroquias situadas en la parte Sur del término municipal, y por tanto más alejadas del centro urbano, tienen una mayor dedicación agropecuaria, coincidente con los aprovechamientos tradicionales del espacio rural asturiano. Serían las de Valdornón, Caldones, L'Abadía Cenero, Fano, Samartín de Güerces, Llavandera, La Pedrera, Leorio/Llorio, Ruedes y Serín.
El paisaje vegetal se caracteriza por un predominio absoluto de las praderías, sobre todo en la parte central del concejo.
En sus bordes, coincidiendo con las mayores elevaciones del terreno, dominan las manchas forestales.
Hacia el interior, presenta una disposición en forma de anfiteatro cuyos límites exteriores alcanzan unas alturas que oscilan entre los 200 m. del Monte Areo y los 500-600 del Pico San Martín y la Peña de los Cuatro Jueces.
La red hidrográfica es relativamente densa pero de corrientes cortas, articulándose básicamente en dos cuencas: la del Piles-Peña Francia y la del Aboño-Pinzales.
En el barrio de Cimavilla se concentran un buen número de los monumentos locales como el Palacio de Revillagigedo, la Colegiata de San Juan Bautista y las capillas de La Soledad y Los Remedios. Al lado de está última se encuentra la Casa Natal de Jovellanos, un palacio típicamente asturiano del siglo XV y actual Museo de Gijón. En la parta más alta de Cimavilla y cara al mar Cantábrico podemos ver la monumental obra escultórica Elogio del Horizonte, levantada allí por el artista Eduardo Chillida en el año 1990.
Palacio de Revillagijedo
En el ensanche gijonés nos salen al encuentro edificios tan notables como el Instituto Jovellanos, hoy centro de múltiples actividades culturales, pero también numerosos ejemplos de arquitectura modernista de comienzos del siglo XX y del racionalismo que en Gijón dejó obras muy notables. En las afueras de la población es obligado visitar pequeñas iglesias románicas como las de San Andrés de Ceares y San Juan de Fano, palacios como el de San Andrés de Cornellana (convertido en Albergue Juvenil) o en Somió el asombroso Palacio de los Bauer, de estilo modernista.
Gastronomía
La cocina de Gijón, está claramente marcada por su condición de municipio costero. Y también sin duda por su alto número de establecimientos hosteleros, ramo a cuya cabeza ha venido estando a lo largo del pasado siglo y finales del anterior, coincidiendo con su peso comercial e industrial en la historia del Principado.
En primer lugar están en esa cocina las sopas de pescados y mariscos, a base de pescados blancos y enriquecidas con almejas y andaricas (nécoras), le han conferido siempre un toque especial.
Hogares, casas de comidas y sidrerías han estado largos años aromatizadas por el yodado olor de estas sopas que hoy sin embargo, por razón de las modas, se encuentran un poco relegadas.
Típicos del verano son los calamares de potera (esto es, capturados con una línea de anzuelos a puro brazo, de la manera más artesanal que cabe), chipirones en su versión más reducida, pura manteca sensorial cuando se encuentran y pueden pagarse, pues si algo no pueden ser nunca es baratos. Los primeros suelen freirse en tiras y aros -como las rabas de Cantabria.
Los pescados blancos se han venido preparando en Gijón desde muy atrás sin grandes complicaciones sobre todo desde que el aceite arraigó entre la población, bajo forma de fritura, al estilo andaluz: Chicharrinos (pequeños jureles), bocartinos (pequeños boquerones), parrochines (sardina pequeñita) o panchinos (besuguitos) eran algunas de las especies más utilizadas. Más modernamente se impuso el rebozado con huevo, que dio lugar a tres especialidades tan socorridas como exquisitas: los fritos de pixín, de merluza o de bacalao.
Inequívocamente gijonés es, con todo, el pulpu con patatines, un guiso en el que el pulpín de pedréu (pulpo de roca pequeño). Por mucha que sea la fama del gallego pulpo a feira, merece la pena probar el guiso gijonés para contrastar acerca de la forma de sacar el mejor partido a tan incitante género.
Otra especialidad indiscutible es la ventrisca de bonito, una fórmula veraniega que realza la parte más suculenta del túnido y que tiene claro origen en el barrio pesquero de Cimavilla. También en Gijón hizo patria la chopa (sargo) a la sidra, adoptando la más extendida fórmula de la merluza a la sidra, con netos orígenes en la capital del Principado.
Otro plato de pescado es el rape con bugre, que es como aquí se denominó siempre al bogavante. Pescados tal vez menos extendidos como el congrio, el rey (virrey o besugo de La Habana) o el gallo han dejado especialidades como el congrio con arveyinos (guisantes), el rey en salsa de oricios (erizos de mar) o el gallo relleno de mariscos respectivamente.
Gijón ha venido siendo desde largo tiempo atrás plaza fuerte marisquera: langostas y bogavantes, percebes, almejas, quisquillas, nécoras, cigalas, centollos o ñoclas (bueyes de mar), entre otras varias especies que hacen la boca agua, corrían y siguen corriendo por cetáreas, pescaderías, mostradores, barras y mesas. Pero hay dos mariscos que por encima de todos se identifican con Gijón: les llámpares (lapas) y los oricios (erizos de mar). Las primeras, sin ser género muy selecto, reciben un tratamiento como guiso que las hace apetitosas. Los segundos constituyen uno de los mayores placeres gastronómicos que brinda el mar.
Y la unión más marcada de pescados y mariscos la simboliza la caldereta, una fórmula que combina pescados finos de roca y mariscos.
Capitulo aparte merece la reposteria, donde reina la charlota, hoy a punto de ser desbancada por la tarta gijonesa. La primera fue una recreación de los años cuarenta. La segunda es mucho más próxima, de hacia finales de los ochenta.
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Gijón es ciudad, mar, industria, pero también conserva su espíritu rural en las veinticinco parroquias que rodean el núcleo urbano.
En Baldornón, Bernueces, Cabueñes, Caldones, Cenero, Deva, Fano, Fresno, Granda, Huerces, Jove, Lavandera, La Pedrera, Leorio, Poago, Porceyo, Roces, Ruedes, Santurio, Serín, Somió, Tacones, Tremañes, Vega y Veriña encontramos restos de las formas tradicionales de vida en el mundo rural, donde se conserva esa estrecha relación entre los habitantes de la zona y la naturaleza.
Una naturaleza a cinco minutos de la ciudad que visitantes y ciudadanos pueden disfrutar los 365 días del año. La vegetación está enmarcada dentro del tipo atlántico:bosque mixto de castaño y roble; bosques de ribera con alisos, fresnos y sauces, y en las zonas más húmedas matorrales y prados naturales.
La transformación urbana e industrial ha variado la presencia de especies autóctonas, tomando las especies foráneas, un mayor protagonismo: eucalipto y pino. Asimismo se han generalizado las praderías y prados de siega para la alimentación ganadera.
Gijón cuenta con dos Monumentos Naturales en su territorio, según la definición que establece el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Asturias (PORNA): Carbayera del Tragamón y Carbayu o Carbayón de Lavandera.
Contemplar espléndidas panorámicas del concejo es posible acercándose a cualquiera de estos tres miradores naturales, estratégicamente situados: Picu'l Sol. Sendero del Cervigón, Parque del Cabo San Lorenzo
Conoce Gijón. Te sorprenderá.